En la vida, todos tenemos momentos en los que nos vemos obligados a tomar decisiones difíciles. Las defino como difíciles no porque no sepamos qué decisión tomar, sino porque justamente, sabemos qué debemos hacer y aún así, lo difícil es llevar a término nuestra decisión y no sucumbir por el camino.

Decisiones como cuando a tu mascota a la que adoras, hay que ponerle la eutanasia para que no sufra más, decisiones como sacar de tu vida a la persona que más quieres, porque está siendo tóxica, para ti o porque descubres muy a tu pesar, que no puedes hacerla feliz, decisiones como dejar un proyecto laboral al que le has dedicado mucho tiempo y esfuerzo, porque eres consciente de que ese proyecto, que un día fue hiper motivante, hoy es una agonía en toda regla;  en general, decisiones que sabes que van a marcar tu vida, porque habrá un antes y un después, ya  que justo lo que decidas, dejará una marca en ti o en otras personas que para ti, han sido o son muy importantes.

Es en estos casos donde uno es consciente realmente de su fortaleza interior.

En estas situaciones u otras similares, es cuando muy a nuestro pesar, descubrimos nuestra fortaleza interior, nuestra capacidad de Amar a otro o de Amarnos a nosotros mismos, nuestra capacidad de levantarnos cuando nuestro mundo se ha derrumbado a nuestro alrededor.

Es justo entonces, cuando descubres, de qué pasta estás hecho, ahí y sólo ahí, descubres sin lugar a dudas, el tipo de persona que tú has elegido ser, por encima de todas las cosas, ahí donde la educación recibida, la experiencia vivida y los valores cívicos y espirituales que uno ha decidido incorporar en su propia receta de vida, se manifiestan en todo su esplendor.

Sólo aquí descubres quién eres realmente, generalizar, siempre se queda corto, pero a bote pronto, como dicen en mi tierra, hay dos opciones:

 

  • DECIDIR VIVIRLO COMO UNA VÍCTIMA Y DEJAR QUE LA EMOCIÓN TE ARRASTRE Y TE HUNDA.
  • APRENDER A MIRAR DENTRO DE TI, A PESAR DEL MIEDO QUE DA RECONOCER LA VULNERABILIDAD DE UNO MISMO, Y OPTAR POR SACAR LO QUE TE SOBRA Y PONER LO QUE TE FALTA, PARA PODER LEVANTARTE Y RETOMAR TU VIDA, DONDE LA DEJASTE, PERO SIENDO UNA VERSIÓN MEJORADA DE TI MISMO.

 

Seamos honestos, la mayoría de nosotros en uno u otro momento hemos elegido la primera, existen innumerables situaciones, no sólo las que he nombrado, donde es fácil, muy fácil, aceptar el rol de víctima, decirte : “pobrecito de mí”, “ yo no me merezco esto”, etc… La sociedad además suele reforzar esta postura, no se nos enseña a “REHACERNOS”,  se nos enseña a “RENDIRNOS”, por una cuestión muy sencilla, la gente que se rinde , que pone la responsabilidad de lo que le pasa en el exterior, esa gente que a todos nos dan pena, esa gente, lo que no sabe es que con esta postura se sentencia, se sentencia a ser una víctima (nunca sentirá que puede cambiar su vida), se sentencia a ceder el poder fuera (nunca se atreverá a ir contra corriente, aunque ello le suponga una inmensa infelicidad), esta gente, se sentencia a ser borregos infelices, porque seamos honestos, si tú mismo, decides verte como “un pobrecito”, “una víctima”, “un no puedo hacer nada”, tú mismo te estás sentenciando a vivir una y otra vez las mismas experiencias dolorosas, sin opción de evolución o de mejora.

 

No obstante, nos queda una segunda opción, la de enfrentar nuestra propia MEDIOCRIDAD, nuestros propios ERRORES, nuestras propias MENTIRAS,  y sí, lo pongo en mayúsculas, porque mientras demos poder a fingir que somos perfectos, nunca mostraremos el potencial real que tenemos.

Para aquellos valientes que se atreven a verse, a mirarse sin taparse, A SER, con todas las consecuencias, para todos ellos, lo que el futuro muestra inevitablemente, es el dolor de ver lo que no funciona, el esfuerzo de arreglar lo que no va, el sacrificio de renunciar a lo que te merma o frena y por supuesto, el precio a pagar, es romperse. Sí lo has leído bien, ROMPERSE!

En todos los años que llevo trabajando, he descubierto , que el mayor miedo del ser humano es romperse, ahora, muchos años después, y tras mucha formación profesional, pero sobre todo , trabajo personal, afirmo sin lugar a dudas, que todos, de vez en cuando necesitamos ROMPERNOS.  No me he vuelto loca, soy consciente de lo que digo, porque si te paras a reflexionar unos segundos, necesitamos romper viejas estructuras para crear nuevas y mejorar las existentes, sólo así es posible evolucionar, crecer y mejorar.

Como si de una casa vieja se tratase, en momentos de crisis, hay que cambiar tuberías, renovar el circuito eléctrico, cambiar la cocina, los baños, pintar, restaurar el piso, etc….

Si usamos otro ejemplo como una empresa que decide expandirse y ampliar mercados, necesitará formar a su personal “viejo”, contratar nuevo personal, alquilar un espacio más amplio, publicitarse nuevamente, etc…

Un último ejemplo es si decides cambiar tu rumbo profesional, sabes que tienes que formarte en tu nuevo camino laboral, sabes que eso te costará dinero, esfuerzo y tiempo, sabes que tendrás que enfrentarte al miedo de empezar en algo que no controlas, etc…

Con todos estos ejemplos lo que hago, es hacerte tomar conciencia, de que la necesidad de mejora, de deshacerse de lo que no sirve y asumir y obtener lo que te falta, es algo no sólo lógico sino necesario en todos los aspectos de tu vida. Por lo tanto, termino esta breve reflexión, con una última pregunta que lanzo al aire: ¿ En nuestra relación con nosotros mismos o con el mundo en general, no es de esperar, que con el paso de tiempo, haya cosas que restaurar, rehacer o mejorar?

Un último detalle, el corazón, como buen órgano que es , al igual que el resto, cuando sufre una lesión, toma  un proceso de curación, en el que regenera células, para restablecer lo dañado y poder funcionar efectivamente. El ” corazón emocional”, por darle un nombre que todos entendamos a ese espacio donde guardamos todas las memorias dolorosas, los supuestos fracasos, las heridas y las decepciones, también se regenera, y no sólo se regenera, se hace más eficaz y más fuerte, porque si hay algo que tiene el ser humano y que le ha servido para evolucionar, es su plasticidad para adaptarse, mejorarse y buscar la mejor forma posible para lograr un objetivo concreto, al mínimo coste.

Reflexiona: ¿Realmente es tan horrible mirarse y evolucionar?

 

LOURDES PÉREZ MARRERO.